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LIBERÁNDONOS DE LA PREOCUPACIÓN

Rehenes de la Preocupación



En el Siglo XXI, la ansiedad se ha convertido en un compañero constante al que llamamos estrés. Sin embargo, Dios no nos ha llamado a vivir en constante preocupación, sino en paz. La verdadera paz no depende de factores externos, sino que reside en nuestro corazón y surge de confiar en Dios.


La Paz del Mundo vs. La Paz de Dios


Preocupación cero

El mundo nos ofrece momentos de paz: una hermosa puesta de sol, el cuidado de nuestras plantas, jugar con una mascota o relajarnos en una hamaca. Sin embargo, incluso en esos momentos de relajación, una mala noticia puede llegar y sacudir nuestra tranquilidad. Abandonamos la hamaca, dejamos de regar las plantas y la paz se esfuma.


Por otro lado, la paz que Dios nos ofrece es diferente. Permanece en nosotros a pesar de las circunstancias adversas. La gente se sorprende al ver cómo, a pesar de los problemas que enfrentamos, reflejamos una paz inexplicable. A pesar de nuestras necesidades económicas, no nos quejamos ni nos preocupamos excesivamente. Incluso en medio de nuestros propios dolores, encontramos tiempo para atender los problemas de los demás.


La Enseñanza Bíblica sobre la Preocupación


La Biblia nos enseña: "Bástele a cada día su propio afán". Si reflexionamos sobre nuestras preocupaciones diarias, descubriremos que la mayoría se enfocan en el futuro, en lo que está por venir. Sin embargo, no tenemos control sobre el futuro, ni siquiera sabemos qué nos depara. La Biblia nos anima a no preocuparnos por nada, sino a presentar nuestras peticiones a Dios en oración y suplica, confiando en Su cuidado.


La preocupación en manos de Dios

Es importante recordar que, cuando manejamos incorrectamente las preocupaciones legítimas de nuestra vida, podemos caer en una preocupación dominante que nos lleva al temor. Para aquellos que creen, todas las cosas son posibles. Si piensas: "No podré hacerlo... no te alcanzará el dinero este mes", entonces tus palabras se harán realidad. Las palabras que pronunciamos tienen poder. Al despertar cada día, debemos pedirle a Dios paz y declarar que nuestras fuerzas serán suficientes para enfrentar lo que venga. Confiamos en que Dios suplirá todas nuestras necesidades y que ningún problema nos perturbará, porque nuestros nervios están en Sus manos.


Cautivos de la Preocupación


¿Cómo es que la preocupación nos atrapa? Sucede cuando los escenarios que imaginamos en nuestra mente sobre el futuro nos abruman y nos hacen dudar de las promesas y el poder de Dios. En Lucas 8:14 leemos: "La semilla que cayó entre espinas representa a aquellos que escuchan la Palabra, pero las preocupaciones de la vida, las riquezas y los placeres los ahogan y no maduran".


Los Daños de la Preocupación


La preocupación tiene un impacto negativo en nuestra vida. Nos roba la concentración y nos vuelve improductivos. Cuando estamos estresados, no podemos enfocarnos en una sola cosa, no avanzamos y, por lo tanto, no producimos resultados significativos. Además, la preocupación nos roba el descanso que necesitamos. Es como un mosquito que viene a chupar la poca energía que nos queda, impidiéndonos dormir tranquilos. Además, la preocupación nos aleja de las promesas de Dios. Podríamos estar confiando en Él, pero el estrés nos distrae y desvía nuestra mirada hacia el problema en lugar de mantenerla en Dios.


Escapando de la Preocupación


La preocupación enferma

¿Cómo podemos escapar de la preocupación? Recordemos cuatro cosas fundamentales:

1. El Valor que Tenemos ante Dios

Debemos recordar que para Dios somos el ser más valioso de toda la creación. A veces, el enemigo intenta susurrarnos mentiras, diciéndonos que nadie se preocupa por nosotros, que estamos solos. Sin embargo, todos somos vasijas frágiles, pero podemos acudir a la fuente que es Dios. Él se preocupa por nosotros desde antes de nuestro nacimiento. Él planificó nuestra vida, nos dio un propósito y envió a Su Hijo, sabiendo que necesitaríamos sanidad, prosperidad y bendiciones. Por lo tanto, si somos importantes para Dios, debemos creer en nuestra valía.

Mateo 10:31 (NVI) - "No tengan miedo, pues hasta los cabellos de su cabeza están contados. ¡Ustedes valen más que muchos pajarillos!"

2. La Inutilidad de la Preocupación

La preocupación es inútil. El diablo intenta sembrar dudas en nuestra mente, preguntándonos sobre nuestro futuro y si estaremos cubiertos por un seguro médico en nuestra vejez. Sin embargo, nuestra confianza no debe estar en parientes, amigos, posesiones materiales o estabilidad financiera. Nuestra confianza debe estar en Dios. Despojarse de la preocupación no es fácil, implica una lucha constante. La preocupación nos deprime, nos pone de mal humor, nos agota y nos consume. Algunas personas dicen: "Soy ansioso y nadie puede cambiar eso". Pero Dios nos dice:


"No quiero que estés ansioso, porque la preocupación no proviene de Mí. Te quiero en victoria, en éxito" (Salmo 55:23).

3. La Perspectiva Eterna de Dios

Debemos soltar nuestras preocupaciones en oración y buscar consuelo y paz en nuestra única fuente: Dios. Recordemos que Él tiene una perspectiva eterna, no temporal. Confiemos en Su sabiduría y en que Él tiene el control de cada situación.


2 Corintios 4:18 (NVI) - "Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno."

4. El Cuidado de Dios por Nuestras Necesidades

Jesús es nuestro modelo de confianza en Dios. Nunca estuvo ansioso, ya que Su enfoque estaba en cumplir la voluntad del Padre, no Sus propios planes. Incluso cuando las olas amenazaban con hundir la barca, Jesús dormía plácidamente, mientras los demás estaban llenos de ansiedad y preocupación. La preocupación surge cuando intentamos llevar a cabo nuestros propios planes en lugar de seguir los planes de Dios.


Descansemos en Dios, salgamos de la celda de la preocupación y confiemos en que Él conoce nuestras necesidades. ¡Él se preocupa por nosotros y vela por nuestro bienestar!


Mateo 6:31-33 (NVI) - "Así que no se preocupen diciendo: '¿Qué comeremos?' o '¿Qué beberemos?' o '¿Con qué nos vestiremos?' Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas."


Conclusión:


En resumen, no debemos permitir que la preocupación nos ate y nos robe la paz que Dios quiere que experimentemos. Debemos recordar que somos valiosos para Dios, que la preocupación es inútil y nos aleja de Su voluntad, que Dios tiene una perspectiva eterna y que Él se preocupa por nuestras necesidades. En lugar de aferrarnos a la preocupación, entreguémosla en oración y busquemos consuelo y paz en la presencia de Dios. Liberémonos de la preocupación y confiemos en Su cuidado amoroso.



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