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LA PERSONALIDAD DE DIOS

Foto del escritor: Hugo MoctezumaHugo Moctezuma

Actualizado: 15 dic 2022

1 Juan 4:8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.


Dios se ha revelado como un ser real, es un tema majestuoso y glorioso de la Biblia. Que Jesús es el Hijo de Dios, es también un dogma fundamental del cristianismo. Si Dios no es un ser real, entonces es imposible que haya tenido un hijo que era la “imagen misma de su sustancia” (He. 1:3). Además, se hace difícil desarrollar una relación personal y viva con “Dios”, si “Dios” es sólo un concepto en nuestra mente. Es trágico que la mayoría de las religiones tengan este concepto irreal de Dios.




 

Siendo Dios infinitamente más grande que nosotros, es comprensible que la fe de muchas personas haya vacilado ante las claras promesas de que finalmente veremos a Dios. Es imposible que el hombre pecador pueda ver a Dios (Ex. 33:20), aunque esto implica que de no ser por nuestra vida de pecado, Dios es realmente un ser que puede ser visto. A Israel le faltó la fe para ver la apariencia de Dios (Jn. 5:37). Semejante fe viene por conocer a Dios y creer en Su palabra:


  • “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios (Mt. 5:8).


  • “Sus siervos [de Dios] le servirán, y verán su rostro, y su nombre [el nombre de Dios- Ap. 3:12] estará en sus frentes” (Ap. 22:3,4). Tan maravillosa esperanza, si verdaderamente la creemos, tendrá un profundo efecto práctico en nuestra vida:


  • “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (He. 12:14).


  • No debemos jurar porque “el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él” (Mt. 23:22).


DIOS MOSTRÓ SU CARACTER EN CRISTO


“Le veremos tal como él es [manifestado en Cristo], y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro” (1 Jn. 3:2,3).


En esta vida nuestro entendimiento del Padre Celestial es muy incompleto, pero podemos aspirar, en medio de la enmarañada oscuridad de esta vida, a encontrarnos finalmente con él. El hecho de verlo se equiparará sin duda con nuestra mayor comprensión mental de él. De es te modo, desde las absolutas profundidades del sufrimiento humano, Job pudo regocijarse en la relación con Dios totalmente personal que experimentaría plenamente en el último día.


“Y después de deshecha esta mi piel [es decir, después de muerto], en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro” (Job 19:26-27).


Y el apóstol Pablo clamaba desde otra vida de dolor y agitación: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; más entonces veremos cara a cara” (1 Co. 13:12).


LA EVIDENCIA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Estas promesas del Nuevo Testamento se basan en un conjunto considerable de evidencias del Antiguo Testamento. No está demás reiterar que es fundamental apreciar la naturaleza de Dios si hemos de tener un verdadero entendimiento de lo que es una religión basada en la Biblia. El Antiguo Testamento uniformemente habla de Dios como una persona; la relación de persona a persona con Dios, que mencionan tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, es única en la verdadera esperanza cristiana. Los siguientes son sólidos argumentos en favor de un Dios personal:



“Entonces dijo Dios:

Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (Gn. 1:26). De este modo, el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, como se manifiesta en los ángeles. Santiago 3:9 habla de “los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios”. Nuestra creación a imagen de Dios sin duda significa que algo podemos inferir referente al verdadero modelo del cual no somos más que una imagen. Así que Dios, a quien reflejamos, no es algo nebuloso al cual no podamos imaginar. Ezequiel vio a Dios entronizado sobre los querubines con la silueta de “una semejanza que parecía de hombre”. Todo esto tiene una importancia práctica. Debido a que somos a imagen de Dios, y es ta imagen está grabada en cada parte de nuestros cuerpos, debemos dar ese cuerpo a Dios, de la misma manera que los hombres debían dar a César la moneda que tenía la imagen de César (Lc. 20:25).

“Porque él [Dios] conoce nuestra condición”

Las descripciones de la morada de Dios

Isaías 45 está lleno de referencias de Dios

Dios se revela a nosotros como un Dios perdonador

SI DIOS NO ES UNA PERSONA

Si Dios no es un Ser real y personal, entonces es difícil captar el concepto de espiritualidad. Si Dios es totalmente justo, pero no es un Ser personal, entonces realmente no podemos imaginar su justicia manifiesta da en los seres humanos. Tanto la cristiandad apóstata como los judíos tienen la noción de que la justicia de Dios entra en nuestra vida por medio de un indefinido “Espíritu Santo” que de algún modo nos convierte en la imagen mental de Dios, y nos hace aceptables ante él. A la inversa, una vez que nos damos cuenta de que hay un ser personal llamado Dios, entonces podemos trabajar en nuestro carácter, con su ayuda y la influencia de su palabra, para reflejar las características de Dios en nuestras vidas.

El propósito de Dios es revelarse en una multitud de seres glorificados. Su nombre conmemorativo, Jehová Elohim, indica esto (una traducción aproximada es “el que será los poderosos”). Las descripciones del galardón que recibirán los fieles en el futuro reino de Dios en la tierra muestran que ellos tendrán una existencia tangible y corporal, aunque ya no sujetos a las debilidades de la naturaleza humana. Job anhelaba el día postrero, cuando tendría la resurrección de su cuerpo (Job 19:25-27). Abraham es uno de los “muchos que duermen en el polvo de la tierra [que] serán despertados… para vida eterna” (Dan. 12:2) de manera que pueda recibir el cumplimiento de la promesa de herencia eterna de la tierra de Canaán, que es una ubicación física en esta tierra (Gn. 17:8).”Sus santos darán voces de júbilo… y canten aun sobre sus camas… para ejecutar venganza entre las naciones” (Sal. 132:16;149:5,7). La incapacidad de judíos y gentiles para apreciar pasajes como estos, así como el significado fundamentalmente literal y físico de las promesas que se hicieron a Abraham, ha conducido a la errónea creencia de que un “alma inmortal” es la verdadera forma de la existencia humana. Semejante idea está total mente desprovista de apoyo bíblico. Dios es un ser inmortal y glorioso, y está desarrollando su propósito de manera que hombres y mujeres sean llamados a vivir en Su futuro reino en la tierra para compartir Sus atributos, expresados en una forma corporal.


A los fieles se les promete que heredarán la naturaleza de Dios (2 P. 1:4). Se nos dará un cuerpo como el de Jesús (Fil. 3:21), y sabemos que él tendrá un cuerpo literal en el reino


( Zac. 13:6; Is. 11:3 ). Por lo tanto, la doctrina de la personalidad de Dios está relacionada con el evangelio del reino.

EL NOMBRE Y CARÁCTER DE DIOS


Si hay un Dios, es razonable creer que él habrá ideado algún me dio de hablarnos de sí mismo. Creemos que la Biblia es la revelación de Dios al hombre, y que en ella vemos revelado el carácter de Dios. Si permitimos que esta palabra de Dios llene nuestra mente, una nueva criatura se forma dentro de nosotros, la cual tiene las características de Dios (Santiago 1:18; 2 Co. 5:17). Por lo tanto, mientras más nos entregamos a la palabra de Dios, y aplicamos las lecciones en nosotros mismos, más nos haremos “conformes a la imagen de su Hijo” (Ro. 8:29), quien fue en carácter la imagen perfecta de Dios (Col. 1:15). En esto reside el valor de estudiar las partes históricas de la Biblia; están llenas de ejemplos de cómo Dios ha tratado con hombres y naciones, mostrando siempre las mismas características básicas.


  • En hebreo y griego el nombre de una persona a menudo reflejaba su carácter y/o información sobre ella. Algunos claros ejemplos: “Jesús” = “Salvador”, “porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21).


  1. “Abraham” = “Padre de una gran multitud”, “porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes” (Gn. 17:5).

  2. “Eva” = “Viviente”, “por cuanto ella era madre de todos los vivientes” (Gn. 3:20).

  3. “Simeon” = “Oyendo”, “por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste” (Gn. 29:33).


En Jeremías 48:17, el conocer al pueblo de Moab se equipara con conocer el nombre de Moab. Los Salmos a menudo equiparan a Dios mismo con su nombre, su palabra y acciones (Sal. 103:1;105:1;106:1,2,12,13).


Por lo tanto, se ha de esperar que los nombres y títulos de Dios nos darán mucha información de él. Después del bautismo es aconsejable efectuar un detallado estudio del nombre de Dios; una mayor apreciación del carácter de Dios, según se expresa en su nombre, es algo que debería continuar durante toda nuestra vida en el Señor. Por lo tanto, lo que va a continuación es en gran medida una introducción.


Cuando Moisés quiso un conocimiento más profundo de Dios para fortalecer su fe durante un período muy traumático de su vida, un ángel estuvo allí proclamando el nombre de Jehová: “¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado” (Éx. 34:5-7).


Esta es una prueba evidente de que los nombres de Dios incluyen sus características. El hecho de que los tenga es prueba de que Dios es un ser personal.


Dios ha escogido un nombre en particular por el cual le gustaría que su pueblo lo conociera y recordara; es un resumen, un epítome, de su propósito para con los hombres.


Los israelitas eran esclavos en Egipto y necesitaban que se les recordara el propósito de Dios para con ellos. A Moisés se le dijo que les diera a conocer el nombre de Dios, de manera que esto ayudara a motivarlos a salir de Egipto y comenzar el viaje hacia la tierra prometida (compárese con 1 Co. 10:1). Nosotros también necesitamos entender los principios básicos relacionados con el nombre de Dios antes de bautizar nos y comenzar nuestro viaje hacia el reino de Dios.


Dios dijo a Israel que su nombre era YAHVEH, que quiere decir “Yo soy el que soy” o quizás, “Yo seré el que seré” (Éx. 3:13-15). Entonces este nombre se expandió levemente. “Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová [Yahveh], el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob… Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos” (Ex. 3:15). Por lo tanto, el nombre completo de Dios es “Yahveh Dios”. El Antiguo Testamento se escribió en su mayor parte en hebreo, y nuestra traducción en castellano inevitablemente omite muchos detalles cuando se deben traducir las palabras hebreas que corresponden a “Dios”. Una de las palabras hebreas comunes que se ha vertido como Dios es “Elohim”, que significa “poderosos”. Por lo tanto, el “memorial” de Dios, el nombre por el cual él desea que le recordemos es:



YAHVEH ELOHIM que significa EL QUE SE REVELARÁ EN UN GRUPO DE PODEROSOS

Por lo tanto, el propósito de Dios es revelar su carácter y su ser esencial en un grupo grande de gente. En obediencia a su Palabra podemos ahora desarrollar en nosotros algunas de las características de Dios, de manera que en un sentido muy limitado, Dios se revela en esta vida en los verdaderos creyentes. Pero el nombre de Dios es una profecía del tiempo venidero, cuando la tierra estará llena de gentes que son como Él, tanto en carácter como en naturaleza (Compárese 1 P. 1:4). Si deseamos asociarnos con el propósito de Dios y llegar a ser como Dios, y si deseamos no morir más, viviendo para siempre en una perfección moral completa, entonces debemos asociarnos con su nombre. El modo de hacer es to es bautizándose en el Nombre, es decir, Yahveh Elohim (Mt. 28:19). Esto también nos convierte en los descendientes (“simiente”) de Abraham (Gá. 3:27-29), a los cuales se les prometió la herencia eterna de la tierra (Gn. 17:8; Ro. 4:13), el grupo de “poderosos” (Elohim) en quienes se cumplirá la profecía del nombre de Dios. #VidaNuevaEnCristoMexico #VIDANUEVAENCRISTOMEXICO

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