DIOS HARÁ ALGO POR TI
Hay una mujer en la Biblia de la que no se menciona el nombre sino la provincia de dónde proviene.
Hay oportunidades en la vida en la que no puedes estar esperando qué te van a dar sino qué puedes dar tú por Dios.
La generosidad de la Sunamita hizo que el favor de Dios estuviera con ella y que se le preguntara: “¿Qué quieres que Dios haga por ti?”.
Cuando somos solícitos y hacemos un trabajo que nadie ve, estamos con un corazón dispuesto – Desde el cielo se oye una gran voz: Hijo mío, ¿qué quieres que haga por ti?
2 Reyes 4:12-16 NBV
“ Un día que Eliseo estaba descansando en la habitación, le dijo a su sirviente Guiezi: Dile a la mujer que quiero hablar con ella. Cuando ella llegó, 13 él le dijo a Guiezi: Dile que apreciamos la bondad que nos ha mostrado. Pregúntale qué podemos hacer por ella. ¿Querrá que diga una palabra en su favor al rey o al jefe del ejército? No respondió ella, estoy perfectamente contenta. 14 ¿Qué podemos hacer por ella? volvió a preguntarle Eliseo a Guiezi más tarde. Guiezi sugirió: Ella no tiene hijos, y su marido es ya anciano. 15-16 Dile que vuelva le dijo Eliseo. Cuando ella regresó, él conversó con ella, mientras estaba parada en la puerta. El próximo año por este tiempo, tendrás un hijo le dijo Eliseo. ¡Varón de Dios! exclamó ella, no bromee de esa manera.”

Tan grande era la bendición para la sunamita que el profeta Eliseo fue específico con ella. Así, Dios tiene respuestas específicas a tus necesidades específicas.
Dale a Dios excusas para bendecirte como lo hizo esta mujer que construyó una habitación para el profeta.
¿Qué estás haciendo tú con las bendiciones que Dios te ha dado? Adora a Dios con una habitación. Una habitación es un lugar donde Dios no solo te visita, sino que se queda contigo.
2 Reyes 4:17-23 NBV
“Pero era cierto. Pronto la mujer concibió y tuvo un niño, tal como Eliseo lo había profetizado.
18 El niño creció. Un día en que había salido a visitar a su padre, que estaba trabajando con los segadores, 19 se quejó de un fuerte dolor de cabeza y comenzó a gritar:
¡Ay, mi cabeza! ¡Me duele mucho la cabeza! Entonces el padre le dijo a uno de sus criados: Llévalo a la casa con su madre.
20 Él se lo llevó para la casa, y la madre lo tuvo en sus brazos; pero hacia el mediodía murió. 21 Ella lo acostó entonces en la cama del profeta, y cerró la puerta. 22 Luego envió un mensaje a su marido: Envía a uno de los siervos con un burro para que me acompañe a ver al profeta.
23 ¿Por qué hoy? le preguntó. No es día de fiesta religiosa. Pero ella le dijo:
Es importante. Debo ir.”
La promesa de Dios para la sunamita MURIÓ.
Te pregunto: ¿Cuándo dejaron de tener vida las promesas de Dios en ti? ¿Por qué te impacientas? Hoy Dios me dice que te recuerde: ¡PAZ a tu corazón, Él cumplirá contigo!
2 Reyes 4:24-26 NBV
“ Enseguida, la mujer hizo ensillar el burro, y le dijo al criado: ¡Anda, vamos rápido! No te detengas en el camino, a menos que yo te lo ordene.
25 Cuando se acercaban al monte Carmelo, Eliseo la vio a la distancia, y le dijo a Guiezi: Mira, allá viene la sunamita. 26 Corre a encontrarla y pregúntale qué le pasa. Pregúntale si está bien su marido, y si el niño está bien.
Sí le dijo ella a Guiezi. ¡Todo está bien!.”
Recuerda que tu respuesta a la voluntad de Dios nunca puede ser de desgracia, ni de tristeza.
La sunamita respondió “estoy bien”. Ella abrazó su promesa: “Voy a estar bien porque Dios es bueno”.
Mientras que el esposo le decía: ¿Para qué vas a buscar al hombre de Dios? Muchas veces nos dicen: “Dios no te va a escuchar, ya tantas veces has pedido por lo mismo, que entierra ya esa promesa y déjala morir. ¡Tu hijo no vivirá! ¡Tu hijo nunca será cristiano! ¡Nunca podrás tener un hijo! ¡No se puede! ¡Eso es imposible!”. Ten la fe de la sunamita: ella siguió avanzando y creyendo porque había decidido construirle una habitación a Dios y dijo: “Estoy bien porque si Dios está en mi casa, ALGO SUCEDERÁ”.
2 Reyes 4:27-31 NBV
“Pero cuando llegó ante Eliseo, se arrojó al suelo delante de él y se abrazó a sus pies. Guiezi se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo: Déjala. Es que tiene un gran pesar, y el Señor no me ha revelado de qué se trata. 28 Fue usted quien me dijo que tendría un hijo le dijo por fin ella, y yo le rogué que no se burlara de mí. 29 ¡Rápido, toma mi vara! le dijo Eliseo a Guiezi. ¡No hables con nadie a lo largo del camino! ¡Date prisa! Al llegar, pon la vara sobre el rostro del niño. 30 Pero la madre del niño dijo: ¡Le juro que si no me acompaña, no me iré de aquí! De eso puede estar tan seguro como que el Señor y usted viven. Entonces Eliseo fue con ella. 31 Guiezi fue adelante y puso la vara en el rostro del niño, pero nada ocurrió. No dio señales de vida. Regresó a encontrar a Eliseo y le dijo: El niño aún está muerto.».
La sunamita fue en busca de su milagro.
Aún si todo este oscuro para ti y sin esperanza, tienes un Dios más grande. Las malas noticias no importan, las injusticias no te tocan, los diagnósticos médicos pueden ser revertidos, problemas financieros pueden ser anulados, cuando buscas a Dios y le construyes un lugar en la habitación de tu corazón, tendrás paz y podrás decir “Estoy bien. ¡Algo hará Dios por mí y por mi familia!”
2 Reyes 4:32-37 NBV “Cuando Eliseo llegó, el niño estaba acostado, sin vida, sobre la cama del profeta. 33 Él entró, cerró la puerta y oró al Señor. 34 Luego se tendió sobre el cuerpo del niño, y colocó su boca sobre la boca del niño, y sus ojos sobre los ojos del niño, y sus manos sobre las manos del niño. El cuerpo del niño comenzó a calentarse nuevamente. 35 El profeta se bajó de la cama y caminó de un lado a otro de la casa por un rato. Volvió a subir y se acostó otra vez sobre el niño. Esta vez el niño estornudó siete veces y abrió los ojos. 36 Entonces el profeta llamó a Guiezi: Llama a la mujer le dijo. Y cuando ella entró, Eliseo le dijo: ¡Aquí está tu hijo! 37 Ella se tiró a sus pies, tomó a su hijo, y salió..” Job decía: “Yo sé que mi redentor vive y al fin, me levantará”.
“Lo que hoy te acontece es para fortalecerte y para dar testimonio del gran poder de Dios.”
El poder para volverlas a la vida. Nuestro Dios es un Dios de restitución.
Estás a punto de ser levantado por Dios, contra aquellas cosas con las que batallabas y cada una de ellas se convertirán en tus más grandes victorias. Lo que hoy te acontece es para fortalecerte y para dar testimonio del gran poder de Dios.
¡Dios puede hacer algo en todas tus circunstancias!
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