DIOS, EL ALTÍSIMO

Salmos 21:7 NBV

Y por cuanto confía en el Señor, en el gran amor del Altísimo, el rey jamás tropezará, nunca caerá."

Este salmo me recuerda que Dios no nos abandona en el fracaso. Aunque a veces nos sintamos insignificantes, Él es grandioso. Dios desea que lo conozcas como EL ELYÓN, que significa El Dios Altísimo.

Génesis 14:19 NBV

"Luego, Melquisedec bendijo a Abram con estas palabras: 'Abram, que el Dios Altísimo, creador del cielo y de la tierra, te bendiga.'"

Dios tiene una bendición preparada para ti también. No tienes un Dios pequeño, tienes un Dios magnífico que se denomina a sí mismo el Altísimo. Y si Dios es grandioso, sus hijos están destinados a la grandeza.

Hoy puedes sentirte pequeño, sin nada y sin valor, pero Dios te dice: "Te bendigo como el Dios Altísimo". ¿No es acaso una bendición asombrosa? Nunca digas que eres insignificante, porque Dios te ha llamado a ser líder y no seguidor, a estar por encima y nunca por debajo.

Recuerda que Dios no ve lo que ve el hombre; Él mira el corazón. Y cuando confías en el Dios Altísimo, lo tienes todo.

Gedeón: De lo Pequeño a lo Grande

Gedeón era un joven sin valentía que, tras un encuentro con Dios, se convirtió en juez de Israel y su liberador.

El Propósito de los Jueces

En la época de Moisés, este se encontraba abrumado por la tarea de atender las necesidades de casi 600 mil personas. Por eso, su suegro le aconsejó que eligiera personas competentes que lo ayudaran a gobernar y a establecer justicia en el pueblo de Dios (Éxodo 18:13-26). En aquellos tiempos, los madianitas atacaban constantemente a Israel y les robaban tanto los alimentos como el ganado. Esto llevó a los israelitas a esconderse en cuevas y cavernas. Pero un día, mientras Gedeón se encontraba oculto en el lagar de su padre sacudiendo el trigo, un ángel se le apareció y le anunció que Dios salvaría a Israel a través de él.

Jueces 6:15 NBV

"Señor", respondió Gedeón, "¿cómo puedo yo salvar a Israel? Mi familia es la más pobre de la tribu de Manasés, y yo soy el menor de todos".

La tribu de Manases no era destacada y Gedeón no era el primogénito. Sin embargo, el Dios Altísimo le encomendó una tarea que desafiaba su insignificancia y lo impulsaba a reconocer la grandeza de Dios. Cuando conoces al Dios Altísimo, sabes que estás destinado a alcanzar grandes cosas. Dentro de ti hay semillas de grandeza: un propósito magnífico que Dios ha depositado en tu vida.

Personalmente, cada vez que me enfrento a desafíos que me hacen sentir pequeño, miro al cielo y escucho Su voz diciendo: "¡Adelante, yo estoy contigo!".

Eso ha hecho que el miedo desaparezca de mi vida. Cuando tienes una camara enfrente y tienes que hablar o exponer algo en publico, algo que podría intimidar a cualquiera, miré al Dios Altísimo y seguí adelante.

No has nacido para perder, sino para ganar, porque el Dios Altísimo nunca pierde una batalla. Eres más que vencedor a través de aquel que te ama. Estás destinado a alcanzar y cumplir tu destino.

Enfrentando Gigantes con el Dios Altísimo

Salmos 97:9 NBV

"Porque tú eres el Señor Altísimo, por encima de todos los dioses".

Mientras diez espías veían gigantes, Josué y Caleb, a pesar de su pequeñez, veían al Dios Altísimo, que es más grande que cualquier gigante o adversidad. No pienses que tus problemas son insuperables. El único que es grandioso y Altísimo es tu Dios.

Génesis 12:2 NBV

"Te voy a convertir en una nación muy grande; te voy a bendecir, y te haré un hombre muy famoso. ¡Serás de bendición para muchas personas!"

Dios nos ha llamado, a ti y a mí, para algo grandioso. No solo serás bendecido, sino que serás una bendición.

El Dios Altísimo promete engrandecer tu nombre.

Tu familia, que antes era conocida por algo negativo, como "todos endeudados", "todos mentirosos" o "todos enfermos", ahora será conocida como una bendición, porque el Altísimo los ha bendecido.

Salmos 57:2-3 NBV

"Clamaré al Dios Altísimo, al Dios que cumple en mí su propósito. De lo alto enviará ayuda para salvarme, me librará de aquellos que quieren atraparme. Dios enviará su amor y su verdad".

Cuando oras al Dios Altísimo, Él te ayuda y te libra de aquellos que te oprimen. Puedes decir: "Dios, no importa mis circunstancias, creo que estás de mi lado y cuento con tu gracia en cada paso que doy. Dios, no importa mi enfermedad, confío en ti, Dios Altísimo; la enfermedad se rinde ante tu nombre. Señor, no importa si mis amigos me han dado la espalda, creo que te levantas para pelear mis batallas. Señor, no importa si el mundo está en crisis, creo que veré abundancia y bendición".

La fe se anticipa a la respuesta, reconociendo que Dios es la máxima autoridad del universo: el Altísimo. Ni tu pasado, ni tu presente, ni tus recursos, ni tus circunstancias son excusas para vivir una vida pequeña o mediocre. Cuando clamamos a Él, nos rescata y nos salva.

No importa si provienes de un pueblo pequeño, de una familia modesta, con una casa sencilla o de una cuna humilde. A partir de hoy, toma la decisión de vivir en grande.

La vida es demasiado corta para conformarte con una existencia diminuta. Como amigos del Dios Altísimo, estamos destinados a vivir en grande.

Ya no veré mis problemas como gigantes, ya no magnificaré mis dificultades, porque tengo un Dios grandioso, fuerte, Altísimo y siempre presente a mi lado.

Conclusión

En este devocional, hemos descubierto que nuestro Dios es único y extraordinario. Él es el Altísimo, el Dios de lo inusual, capaz de hacer cosas maravillosas en nuestras vidas.

A través de diferentes versículos y ejemplos presentados, hemos aprendido que Dios no solo nos protege de los fracasos, sino que nos eleva por encima de nuestras limitaciones. Él nos invita a confiar en su grandeza y a vivir en la plenitud de su propósito.

También hemos visto cómo personas aparentemente insignificantes fueron transformadas en instrumentos poderosos en manos del Dios Altísimo. Gedeón, a pesar de su timidez y su origen humilde, se convirtió en un líder valiente y en un libertador de su pueblo.

Además, hemos entendido que el Dios Altísimo nos llama a vivir en grande, a ser una bendición para los demás y a enfrentar nuestros desafíos con confianza y fe. No importa cuán pequeños nos sintamos o cuán grandes parezcan nuestras adversidades, Dios está por encima de todo y nos fortalece para vencer.

Así que, en medio de cualquier circunstancia, podemos elevar nuestra voz al Dios Altísimo, confiando en su amor, su gracia y su fidelidad. Él nos ayudará, nos guiará y nos conducirá hacia una vida llena de propósito y grandeza.

Por lo tanto, te invito a abrazar la grandeza de nuestro Dios, a confiar en su poder transformador y a vivir cada día como un testimonio viviente de su amor. Eres más que un vencedor en Cristo Jesús, y juntos podemos experimentar la plenitud de la vida en el Dios Altísimo. ¡Adelante, vive en grande!

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